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El arroyo de Don Felipe

Hoy ... " Finalmente el caso del Arroyo de Don Felipe, tendrá una semtencia en el día de mañana.  La redacción del diario, que viene siguiendo la denuncia desde un primer momento, cree que el desenlace puede no ser el esperado por la opinión pública "   Publicado en Policiales del Heraldo de Firmat, 24/02/2001 El paraje Los Patos estaba ubicado a unas cuantas  leguas al sur de Tostado, ahí nomás, cerquita del mojón que indicaba el comienzo de la provincia  de Santiago del Estero. La zona era seca por falta de lluvias, donde el cebú era el ganado a criar por excelencia, una especie de camello de  las pampas .  Todo el que visita por primera vez la zona, se pregunta de dónde viene el nombre de Los Patos y la gente de  inmediato refieren a Don Felipe.  Siempre esta cuestión se termina  dirimiendo con  una visita al rancho del susodicho. De techos bajos, ventanas pequeñas y una blanqueada por fuera que pareciera siempre estaría terminándose, estaba a unos doscientos pasos de una
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Tema uno ...

- Buenas tardes - Buenas tardes profesora -  Sin mucho entusiasmo, los alumnos del Quinto año de la modalidad Gestión, saludaron a la profesora Beatriz.  Sus clases se caracterizaban por no ceñirse a las normas clásicas de enseñanza en un colegio secundario, sino por incorporar frecuentemente temas o actividades que desconcertaban a sus alumnos.  Recuerdan la oportunidad en la que les pidió a sus alumnos que respondieran un cuestionario utilizando frases extraídas de canciones, justificando la elección con un breve análisis de la letra del tema.  Muy comentada fue la vez en  la que las pruebas debían ser escritas con la mano no hábil de cada uno, obligándolos a ser muy concretos en los conceptos vertidos ante la dificultad inesperada.  Pero así como exigía a sus alumnos, también les brindaba la oportunidad de evaluar a la profesora.  Con alguna frecuencia, les daba temas en los que los alumnos de a uno, le tomaban exámen a ella, y el resto de sus compañeros calificaban con nota a sus c

Páez y Los Mojones

Jamás se respetaba el horario de arribo del tren que venía con los diarios del día, y los sábados, las revistas de la semana que se publicaban a partir de los  martes.  Pero su llegada a la estación de tren era motivo más que suficiente para anunciar el comienzo del fin de semana, uno de los pocos hitos que hacían olvidar por unos instantes, la rutina de cada jornada.  Los que habitaban por ejemplo en La Cruz, descnsaban cuando la lluvia daba respiro, no solamente a la tierra, sino al ánimo de los peones que no le aflojaban mientras la claridad del día mojaba de luz hasta detrás de  los sembrados de maiz.  Los Mojones era un caserío, con la vivienda del Jefe de Estación,  y en menos de una legua a su alrededor, se veían un par de galpones, una plaza, o por lo menos un gran terreno sin yuyos altos,  centro de cualquier actividad al aire libre de la zona. Y desparramadas por ahí, las pocas casas que le daban vida a los Mojonenses.   Allá por la curva que daban las vías, el motorman hacía

Otra historia más de Navidad (y van ...)

Cuando bajabadel colectivo, antes de subir al andén de la estación, compraba el diario.  Si tenía suerte de conseguir sentarse en el local de las 8.05, lo leía todo en esa horita que le demandaba llegar a Once.  Todo quería decir la página de atrás, la de las tiras, los chistes, y las citas que estaban al pie de esa página.  La anteúltima se leía a continuación.  Horóscopo, pronóstico el tiempo y hasta los arribos y partidas de los aviones en el Aeropuerto de Ezeiza.  Crucigrama o el juego que hubiese, se dejaba para el horario del almuerzo en la oficina. Los avisos fúnebres los pasaba rápido, había escuchado que solamente se miraban cuando se moría algún conocido.  Familiar, vecino, alguien del trabajo, y por simple curiosidad miraba quién saludaba al difunto.  Siguiendo la lógica de leer de atrás hacia adelante, se pasaban las hojas que tenían esos avisos grandes de las compañias, y los que anunciaban los remates, todo muy alejado del mundo de aquellos que tomaban el tren cada mañana

Una mañana en el Mercado - La novia

El sol de la mañana, medio atenuado por esas nubes que pasan y pasan y no se deciden a estacionarse, le daba a la vista de la Feria, unos tonos en dónde reinaban los ocre y los sepia, una gama que se recomendaría como esencial, en este tipo de mercados. Llegamos a media  mañana, sin que esta parada estuviese prevista.  Es  que el paseo de ese momento, no tenía otro fin que estirar las patas luego del importante desayuno que nos ofrció el London, como si pensaran que deberíamos aguantar varios días sin probar bocado.  Al ver el semáforo que se pintaba de guinda, vimos que ahí sobre la izquierda de la 14 de julio, a no más de una calle de distancia, el tránsito, escaso por cierto en esa mañana de domingo, era desviado por un hombre con chaleco verde loro.  Detrás de él, comenzaba  la feria.  Sobre la izquierda, pegados a la vereda, comenzaba una seguidilla de carros y puestos de caño y maderas, que terminaba allá adelante, casi donde llegabamos a ver.  Vaya a saber cuántas cuadras por de

El Vasco - 8 El Legado

A la derecha de la ruta, viniendo desde la Capital, se podía ver a unos quinientos metros el arco que daba la bienvenida al pueblo.  Si bien la historia dice que fue construído hace un par de décadas para recordar la llegada de los primeros pobladores, más de uno piensa que se hizo para tener alguna imágen característica que pudiese representar al paisaje local en las fotos de mapas y guías de tursimo. Los arcos tradicionalmente cruzan de un lado a otro a, un camino, calle, ruta o acceso, sin nada más.  Pero este no era el  caso.  Nacía sobre  el Parque San Martín con una estructura que hasta tenía un mirador, y cruzaba por encima de la que más adelante seríala Av San Martín, afinándose cada vez más, hasta clavarse  del  otro lado como si fuera una flecha.  Quien lo mirara desde el pueblo a esa hora de la madrugada, podría ver su silueta negra ante la ausencia de luz, y detrás, allá lejos, la ruta, casi siempre desierta.  Y el cielo intentando aclararse hacia el gris marmolado de nubes

El Vasco - 7. Los zorzales

Por iniciativa de los descendientes de aquellos primeros inmigrantes, este año y por primera vez, se trasladó al pueblo, la fiesta de la Vascongada.  Durante casi una semana, el pueblo elegido se viste de gala para recibir esta festividad, tan cercana a su gente.En esta oportunidad, desde hace un par de meses se está organizando todo conla ayuda de unos vascos oriundos de Artega, Santa Fe. Donde comienza el boulevard de la San Martín, ahí cuando cruza la calle Pueyrredón, se armó el inmenso escenario, que fuese prestado por el Club de Paleta.  Levantado casi dos metros del asfalto, permite que cualquier espectáculo pueda verse desde dos o tres cuadras, sin problemas.  El año pasado, cuando se hizo la Fiesta Provincial del Maíz, se le agregó un techo de chapas, para evitar que una ocasional lluvia haga suspender el evento que se ofrezca en ese momento. Sesis cuadras de la avenida se vistieron de ocasión.  El verde de los estandartes eran el reemplazo indicado de las hojas que aún no se